Todo trabajo visual requiere, en sus primeras etapas, de un proceso de bocetaje que permita plasmar la lluvia de ideas y calcular los alcances del proyecto.
Diseño industrial, diseño gráfico, arquitectura, arte o creatividad visual… toda actividad que relacione la elaboración de objetos por medio del trazado de líneas y figuras necesita pasar por un proceso previo de bocetaje en el que las ideas fluyen con gran velocidad y más vale atraparlas por medio de esbozos visuales ya sea en papel o en un soporte electrónico… pero casi siempre el papel es la más rápida y económica solución.
En el mundo de la creatividad visual suele caerse en el error de no elaborar bocetos aduciendo economía de tiempo y procesos, sin embargo, esto puede resultar contraproducente pues no se prevén dificultades que se pueden detectar al momento de elaborar un plan general o cuando se elaboran los primeros trazos, en medio de una lluvia de ideas.
Otras de las problemáticas que surgen por desarrollar proyectos de diseño sin que exista una etapa de bocetaje es que la profesión del diseño se desvirtúa, los clientes asumen que esa etapa no es primordial y suelen exigir menores tiempos de ejecución de los proyectos y precios menores también.
Volviendo a las cuestiones de tiempo, el problema empeora cuando, al no haber existido una etapa de bocetaje, el proceso de finalización de algún proyecto se alarga indefinidamente entre ajustes solicitados por el cliente y las adecuaciones que el propio diseñador tiene que realizar, casi casi como si se taparan baches en un camino mal construido.
Así es que ya lo sabes, si vas a desarrollar un proyecto de diseño, no trates de saltarte las etapas, mucho menos las iniciales, como el bocetaje, que es un momento y oportunidad ideal para comenzar a construir un gran diseño.